La cocina para impostores del Chef Falsarius

lunes, mayo 21, 2012



Chef falsarius
¿Qué tienen en común el chef Falsarius y Ferran Adrià? Primero, que en los platos que cocina cada uno nada es lo que parece y segundo, que Falsarius, igual que el cocinero de elBulli, ya cuenta con su propio recetario de grandes éxitos culinarios, aunque en vez de hacer espumas lo suyo es abrir latas.
La aventura culinaria de Falsarius comenzó en 2007, aunque ya desde joven "enredaba con latas de conserva" con la misma filosofía que mantiene hoy en día: combinar ingredientes naturales, conservas y congelados para crear en pocos minutos recetas con las que "parece que has estado toda la mañana metido en la cocina", explica en una entrevista con EFE.
Como se le olvidaban las recetas que iba inventando, abrió un blog para utilizarlo a modo de archivo y su primer plato en internet fue un guiso de fabes con almejas de lata con el que hoy en día sigue, dice, "engañando a todo el mundo y quedando de hijo predilecto de Asturias para arriba".
De ahí, al estrellato, con más de 200.000 visitas al mes, y 20.000 seguidores en Twitter y Facebook.
También da fe de su éxito lo extendido de la expresión "hacer un Falsarius": dársela con queso a los invitados con un menú que parece complicadísimo de preparar pero que en realidad ha sido de lo más simple.
Este cocinero impostor lamenta la mala prensa que tienen las latas, ya que la gente piensa que se llaman conservas "porque están llenas de conservantes, algo que no es cierto".
La calidad y el nivel de las conservas en España son altos, y en la mayoría de los casos lo único que hay en la lata es el producto junto con agua o aceite, precisa.
La criba para compilar este "Grandes éxitos de la cocina para impostores", editado por Plaza&Janes, no ha sido fácil para el autor, que ha escuchado a su público para incluir las más aclamadas pero sin renunciar a publicar algunas de sus favoritas, por "incomprendidas" que hayan sido.
En el libro se encuentran, por ejemplo, las célebres "Judías verdes a la traicionera", una de sus primeras recetas y que "curiosamente -comenta- no es nada impostora".
"El truco es que en vez de cocidas son fritas, y por eso las llamé así, porque traicionaban mis principios impostores", explica Falsarius.
Junto a esta receta, que es la más buscada en su blog, también tienen inusitado éxito los postres: la fama de creaciones como la "Tarta Thurman de melocotón" -dedicada a la mismísima Uma- o el "Postre de limón de la leche" -que de simple, da risa- demuestra que "España es un país de dulceros".
Quizá por eso, lo que este maestro de la impostura le daría de comer al presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, o a la canciller alemana, Ángela Markel, sería "un postrecito que te cambia el carácter, te da más a la dádiva y la generosidad y menos al reduccionismo".
Frente a los clásicos populares, Falsarius también ha cocinado delicias incomprendidas muchas veces por utilizar "algún ingrediente exótico", como la paella de callos, "que queda exquisita pero como a mucha gente no le gustan los callos...".
"La cocina impostora es así", replica cuando se le pregunta qué tienen de exótico unos callos.
Otra de las cosas que, asegura, definen a la cocina impostora es su capacidad de "deconstrucción", a lo Ferran Adrià.
"Lo que hacía Adrià era impostura en el sentido de que muchas cosas no eran lo que parecían. Era un bonito juego gastronómico. Alta cocina e impostura no están reñidas, van muy de la mano", dice Falsarius, quien cita ejemplos como las olivas esferificadas de elBulli o las piedras comestibles de Mugaritz, que son patatas con diversos sabores.
En el libro también se incluye un pequeño anexo con la "despensa básica del impostor", el perfecto fondo de armario de todo Falsarius en ciernes.
"El tomate frito es básico, junto a un buen aceite de oliva, botes de cristal con legumbres, unas latas de atún que da mucho juego, pasta, anchoas y ajo y cebolla picados y congelados, que es imprescindible", refiere.
Aunque lo que nunca puede faltar a un chef impostor son langostinos congelados "que son muy baratos, lucen mucho y nunca fallan gracias al 'efecto langostino': la gente ve uno y se ciega, ya considera que hay nivel".
También son fundamentales los vasitos de arroz precocido para elaborar, por ejemplo, una paella impostora con la que el autor ha logrado que le digan que "menuda mano" tiene con el arroz.
La lista se cierra con "un vinito blanco para darle el toque al guiso y tú, un lingotazo mientras cocinas", apostilla.
Fuente: EFE

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