Platos sucios

miércoles, diciembre 02, 2015

A todos los que os pasáis por aquí a leer, muchas gracias, pero he de advertir que lo que traigo hoy no es una receta, y probablemente no saquéis ningún beneficio leyendo porque es una reflexión de las mías. Prometo que en algún momento de mi existencia conseguiré cambiar la plantilla del blog y lo tendréis todo más ordenado.

Dicho esto, si continuas leyendo es bajo tu responsabilidad :)
En todos estos años de trabajar en cocinas me he cruzado con mucha gente a la que conoces muy bien en muy pocos días, tan solo por el hecho de que pasas demasiado tiempo, y compartes diversas situaciones con ellos. Si tuviera que contarlas seguro que me olvidaría de la mitad, pero siempre hay ciertos personajes que por su forma de ser, se quedan en la memoria.





Dentro de las cocinas existe una jerarquía, a veces dictatorial, en la que los friegaplatos son la parte más baja. Se encargan de limpiar los platos de los clientes y las ollas de los cocineros, entre otras mil funciones. Suelen ser personas sin estudios y con un nivel cultural bastante bajo, aunque no siempre. Los que se dedican a limpiar la suciedad de la sociedad, a menudo son los que más información poseen. Un friegaplatos puede saber si alguien es buen cocinero con solo ver el estado de las sartenes y demás utensilios de cocina, un ejemplo: a alguien que siempre se le pegan las salsas, o deja las ollas quemadas está diciendo de si mismo que es una persona que no se concentra en su trabajo y por tanto no es un buen cocinero. Otro ejemplo: si un friegaplatos ve que los platos de los clientes vuelven de la sala vacíos y con los surcos sutiles que deja el pan al rebañar, sabe que en ese sitio se come bien. Tuve un jefe de cocina que siempre se paraba en el office a mirar como llegaban los platos. Hombre sabio.
Diversos acontecimientos vividos recientemente con friegaplatos y cuchillos, me han hecho pararme a reflexionar sobre esta profesión en la que, curiosamente, la inmensa mayoría son hombres. Y me he acordado de todos los que he conocido, desde el chaval que tenía serios problemas familiares con maltrato de por medio, hasta el indio de dos metros que acababa todas sus palabras con la o.
Personas con sus historias detrás, algunas aterradoras y otras divertidas.




Hombres que llevan al lado de sus chefs famosos décadas enteras, aunque estos los traten como a la basura que les toca tirar todos los días. Otros a los que el trabajo les enfurecía de tal manera que se dedicaban a romper platos dejándolos caer con una pasmosa tranquilidad.
Uno de los que más me impactó, un tipo tranquilo que iba a su rollo, eso si, cuando alguien intentaba fastidiarle de alguna manera, rompía en cólera y era mejor huir. Tan solo quería que la gente le dejara en paz. Fue un gran chef, lo tuvo todo en su momento. Pero esta profesión es dura, exige demasiado de ti, entonces cuando necesitas evadirte hay muchos que tiran por la vía fácil de las drogas y el alcohol. Llegando a todo lo que aspiraba a ser, empezó a descuidar a las personas que quería cuando no tenía nada y una vez se empieza así, es una declive de la que es difícil salir ileso cuando tienes un orgullo tan cegador que ni siquiera deja ver que estas cayendo. Cuesta abajo y sin frenos. Y de repente ya ni quieres cocinar y estas tan cansado de la vida, que fregar platos y pelar patatas a cambio de un jornal es lo único que necesitas.
Normalmente fregar platos es una tarea que todo el mundo odia, yo también. Pero cuando trabajaba en un popular local de Barcelona, el trabajo de cocinar era tan estresante que si el staff fallaba, era la primera que me ofrecía voluntaria. Los platos sucios no exigen mucho, y aunque se acumulen, no se quejan, no tienen prisa y tarde o temprano se acaban.


La vida, llena de decisiones que te pueden llevar a lo más alto, y a lo más bajo. El truco? Creo que es disfrutar con lo que te toca vivir en el momento, muchas veces es difícil y apesta, pero yo no se vivir de otra manera. Aunque hace poco que alguien me decía que las personas sin miedo son las más peligrosas. Claro que tengo miedo! Soy persona! Pero mis miedos los guardo para mi. Son mis platos sucios, una información valiosa y personal que no estoy dispuesta a compartir con cualquiera.

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